Plano de Yecla mandado hacer por el alcalde Manuel López de Azcoitia a finales del siglo XVIII, en el que se aprecian claramente las cinco alamedas, numeradas del 1 al 5 y de izquierda a derecha.
APROVECHAMIENTOS Y EXPLOTACIÓN DEL OLMO (Ulmus minor, Miller) EN YECLA. EXPANSIÓN Y DECLIVE DE UNA ESPECIE
Francisco José Carpena Chinchilla
“A la izquierda se ve el boscaje de la alameda, tupido, negro; …” (Azorín, 1904).
Introducción.
El presente artículo, trata de ofrecer los datos sobre la presencia histórica del Olmo en Yecla y muy especialmente su uso y aprovechamiento por parte de los habitantes que nos precedieron, usos y aprovechamientos que en buena medida alentaron su expansión y mantenimiento y que hoy, desaparecidos éstos, la inutilidad económica de los olmos ha provocado que sean dejados a su suerte y buena medida, destruidos, acosados y maltratados en beneficio de un urbanismo irrespetuoso, que está acabando con una típica estampa, una seña de identidad, con la que Yecla recibía a sus visitantes, las alamedas. A este paso, cuando alguien lea a Azorín y trate de ubicar el paisaje magistralmente descrito de la Yecla decimonónica, pensará que el maestro lo soñó o que los bárbaros llegaron tras él.
Para realizar el presente trabajo, hemos buscado en la bibliografía sobre Yecla y muy especialmente en los archivos históricos custodiados en la Casa Municipal de Cultura, el Archivo Histórico Municipal de Yecla y el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Yecla, además de los libros de Actas Capitulares, custodiados en el Ayuntamiento de Yecla.
El olmo (Ulmus minor, Miller), es un árbol caducifolio perteneciente a la familia de las ulmáceas, que raramente y en buenas condiciones sobrepasa los 30 metros de altura, de forma de copa u hoja y denso follaje, su corteza es rugosa. Las hojas al brotar presentan un color verde manzana, que se va oscureciendo , siendo estas alternas, enteras, obovadas y desiguales en la base.
Las flores nacen en grupos sobre ramas del año anterior, son poco vistosas, presentando entre 4 y 8 sépalos. El fruto es una sámara de entre 2 y 3 centímetros de longitud (Ipinza, 1990, Alcaraz y Rivera, 2006).
Aquellas tupidas y negras alamdeas que describiera Azorín hoy sólo son una sombra patética de lo que fueron (Foto:Archivo Tani, a mediados de los años 50 del siglo pasado.
En nuestra tierra, los cada vez más escasos ejemplares añosos, presentan un distinguido y esbelto porte, pero tras el paso de la enfermedad de origen fúngico, denominada grafiosis agresiva, lo más normal es encontrarse con ejemplares jóvenes, formando espesuras densas de escaso desarrollo vertical.
Presencia del olmo en Yecla.
Desde 1580, hay constancia de un paraje de la huerta de Yecla denominado “Los Olmos” (Ortuño y Ortín, 1999) y otro de 1613 denominado el Olmo Alto (Blázquez, 1983), aunque la presencia de la especie en Yecla quizás sea anterior e incluso haya estado siempre, pues se ha demostrado su uso y expansión por parte de los romanos a lo largo de su imperio, para y entre otros usos, sostener las parras y utilizar sus hojas como forraje ganadero (Gil y García-Nieto, 1990), y aunque no sea una prueba de nada, en varios de los yacimientos arqueológicos de Yecla, adscritos a ese periodo histórico, aparecen asociadas olmedas como en los Torrejones, Fuente del Pinar, Tobarrillas y Marisparza.
A principios del siglo XVI, en 1518, Doña Juana y Carlos I, envían una Real Provisión al Corregidor de Villena para que tome medidas para atajar los desórdenes y abusos en las talas de bosques y para que los concejos planten pinos, encinas, robles y álamos (acepción esta última que incluye al álamo negro, es decir el olmo), quizás por aquellas fechas se comenzara a plantar olmos en los terrenos cercanos a las acequias de riego en la huerta de Yecla.
Sin duda es en el siglo XVIII, cuando los olmos se expanden por toda la huerta de Yecla, plantados y cuidados por el concejo yeclano, para abastecer al Real Servicio de Marina de Cartagena de la madera necesaria para la construcción de barcos, que además incluyó todos los montes de Yecla bajo la jurisdicción de la Intendencia de Marina.
Tocón de lo que fue un olmo secular, tallado hace pocos años, por razones desconocidas en la alameda. (Foto: F.J. Carpena)
En 1716, el rey Felipe V, emite una Real Cédula, que exige a los concejos que planten y hagan plantar diversos árboles en montes y riveras, entre ellos los olmos (AHPNY, 95/4). Pero en un documento fechado en 1719, en que se responde sobre el particular, no encontramos ninguna referencia a la plantación de olmos, ni de ningún otro árbol, que no sean moreras, membrilleros, olivos y viñas (AHPNY, 113/6).
Explotación y aprovechamientos del olmo en Yecla. Siglos XVIII-XX.
Desde 1748, los montes de Yecla quedan bajo la tutela del Real Servicio de Marina y paralelamente, parece ser que se inicia la explotación reglada y constante de los olmos existentes en las alamedas públicas de la Villa, así como su reposición, cuidados y mantenimiento.
Es ya en 1756, cuando se constata el gasto municipal en un vivero de olmos y la conservación de los ya existentes, que suman ese año 300 reales, al año siguiente son gastados 50 reales en reponer olmos en las alamedas de esta villa (Carpena, 1994).
Durante toda la segunda mitad de esta centuria se fueron ampliando las olmedas existentes en la zona de la huerta de riego de Yecla, denominándose algunas con el apellido del alcalde que acometió la ampliación, como por ejemplo la creada en la década de 1780 y que recibió el apelativo de “Alameda de Bravo” por el entonces alcalde Juan Ramón Bravo y Uribe. Así en el plano de la entonces villa de Yecla mandado hacer por el alcalde Manuel López de Azcoitia a finales de la centuria, se aprecian claramente cinco alamedas (Ver Plano nº 1), situadas en el camino de Almansa, camino de Caudete y brazales de la acequia.
Se llegaron a plantar olmos incluso en algunas zonas de las laderas del Cerro del Castillo (AHMY Libro 33).
El aprovechamiento de los mismos, se dedicaba casi exclusivamente para el Real Servicio de Marina de Cartagena, para la construcción de barcos como ya se ha comentado, aunque esto suscitó más de una controversia, pues en junio de 1788 está en Yecla un Comisionado de Marina, con el objeto de realizar una corta de olmos a lo que el ayuntamiento de Yecla se opone por considerar que dichos árboles son plantados y mantenidos con los caudales públicos del Concejo, además de medrar en terrenos municipales (AHMY Libro 15), otra tala realizada para el Real Servicio, está documentada el 12 de abril de 1794. En 1795 el aprovechamiento supuso 2.000 codos cúbicos de madera de olmo, que importaron un total de 33.000 reales (AHMY Libro 18). En otras ocasiones es el ayuntamiento quien envía dos comisionados a Cartagena para reclamar el pago de los olmos cortados, como sucede el 23 de marzo de 1790, a lo que les responden en junio de ese año, que no hay inconveniente en realizar el pago de los 33.000 reales que importan, pero exigen al Ayuntamiento que consigne los 163.000 reales que faltarían para proceder a nuevos alumbramientos de aguas en la Magdalena, para regar las nuevas alamedas proyectadas (AHMY Libro 16).
En más de una ocasión parte de los olmos talados o sus despojos (ramajes), se vendieron a particulares, como sucede el 29 de junio de 1787, cuando son talados varios olmos que estropeaban las acequias y son subastados (AHMY Libro 15), en otras ocasiones, se acusa a dos comisionados del Ayuntamiento de quedarse con parte de la madera de un aprovechamiento realizado en 1789 (AHMY Libro 16), el 14 de septiembre de 1797, la Intendencia de Marina, autoriza a Vicente Ibáñez a extraer 200 pinos de la Sierra de Salinas, obligándose a cambio a entregar a dicha Intendencia 600 olmos o nogales (AHMY Libro 19). E incluso se abre una investigación para determinar si en el transcurso de una tala realizada en 1795, se han vendido parte de los olmos a particulares (AHMY Libro 18) y es que al parecer la corrupción estaba muy extendida entre los cargos concejiles, llegándose a señalar la desaparición de 30.000 reales, que importaban los olmos talados para la Marina a finales de esta centuria (Blázquez, 1988).
Hemos podido documentar también la fianza otorgada a Tomás Carpena, vecino de Yecla que se encuentra preso en las reales cárceles de Yecla, “ …de resultas de haber cortado un olmico frente a la hermita del Sor. san Juan…” , el documento se fecha el 14 de junio de 1789 (AHPNY 263/6).
El aprovechamiento de los olmos, se intensifica a lo largo del siglo XIX, como veremos a continuación.
De principios de esta centuria, se conservan las cuentas de Agustín Martínez López, tesorero de la subdelegación de montes en Yecla. En dichas cuentas realizadas en 1808, encontramos los siguientes datos sobre el aprovechamiento de los olmos:
Pedro Ortega Puche, paga 300 reales que adeudaba por la madera de olmo que se le vendió en 1802.
Pedro Juan Martínez, ingresa 322 reales que debía por las piezas de olmo que se le vendieron en septiembre de 1807.
También en 1807, el arsenal de Cartagena, debía 7.728 reales de la mitad del importe que se tasó para los 149 olmos que se talaron para el susodicho astillero.
Ese mismo año se le entregaron 600 reales a Nicolás Alejo, para pagar a los carreteros que condujeron la madera a Cartagena.
Se ingresaron en 1808, 829 reales y 17 maravedís, por los permisos concedidos para la corta de olmos y pinos.
Otros 322 reales fueron ingresados ese año, por Pedro Juan Martínez, por la mitad del importe en que le fueron adjudicadas en pública subasta 44 piezas de olmo.
1.353 reales fueron pagados el 10 de febrero de 1808, por el replante de olmos en las alamedas.
Determinadas y desarrollos de infraestructuras están afectando gravemente a los olmos que nos restan, en la imagen puede apreciarse el decuaje de algunos ejemplares y el desarraigo de todos los brotes existentes por mor de una "limpieza" de los márgenes de la carretera de Almansa. (Foto: F.J. Carpena)
En la poda y limpia de las alamedas, y en el corte de olmos afectados por hongos (grafiosis?) y su traslado a Yecla, se pagaron el 14 de marzo de 1808, 1.853 reales y 17 maravedís.
El 24 de mayo de 1808, se pagan al perito Pedro Ortín, 98 reales por la clasificación que realizó de las maderas de olmo para la Armada.
395 reales se invirtieron el 23 de junio del mismo año, en el reconocimiento de las alamedas y subasta de sus maderas.
En septiembre de 1808, la Marina debía de haber pagado los 7.728 reales restantes del importe total de los olmos que se le sirvieron el año anterior.
El 24 de septiembre, se precede al pago de 1.056 reales y 8 maravedís, gastados en el riego de las alamedas.
108 reales importó el gasto derivado de unas indagaciones en los pueblos vecinos sobre talas de olmos en Yecla.
El 10 de diciembre se pagaron a Bartolomé Muñoz, 100 reales por haber tenido en su casa la madera de los olmos procedentes de las podas y limpia de las alamedas. (AHPNY 255/7).
Unos años después, concretamente el 5 de marzo de 1812, se realiza una venta de olmos señalados a José Gascón, maestro aperador (constructor de carros).
Desde hacía varios años, se venía constatando por parte de las autoridades municipales el grave deterioro de los bosques comunales y la falta de madera para los diversos usos que era necesaria, este proceso de degradación ambiental, llega a su cenit al calor de la Guerra de la Independencia, cuando las exigencias de leña por parte de ambos ejércitos contendientes y los abusos cometidos por particulares sobre los bosques y la cubierta arbórea, dejan a Yecla carente prácticamente de este recurso vital, a tal punto llegan las cosas, que el Concejo yeclano, con fecha de 15 de septiembre de 1813, autoriza la poda de los olmos para producir carbón vegetal con el que alimentar las fraguas, pues no hay otra leña útil para tal fin y los fragüeros están a punto de cesar su actividad por falta de combustible. Sólo 8 días después se aprueba la subasta de la madera (AHMY Libro 25).
El 19 de octubre de 1830, se aprueba un documento por parte del Ayuntamiento de Yecla sobre la actuación elogiosa del que ha sido alcalde los últimos 7 años, Juan Belmonte, entre sus logros destaca la ampliación de las alamedas de los paseos públicos (AHMY Libro 32).
Un informe de peritos encargados de analizar los problemas que presenta la huerta de riego de Yecla, pone en conocimiento de las autoridades municipales que los márgenes de las acequias están ocupados por cañares (sic), olmos y frutales, que estropean las acequias y dificultan el riego, dicho informe es analizado por el consistorio el 30 de mayo de 1834 (AHMY Libro 34).
El 17 de marzo de 1837, el Concejo yeclano solicita a la Diputación Provincial que aclare cual es la situación legal de los montes de Yecla, y muy especialmente la de las Alamedas, que se mantienen con los fondos y agua del consistorio. La respuesta se recibe el 29 de abril de ese mismo año, diciendo dicha institución que los montes de momento se dejan bajo su tutela hasta que se decida su catalogación y que sobre las Alamedas dejan libertad al Ayuntamiento para que actúe como mejor convenga (AHMY Libro 36).
En 1840 se realizó un deslinde de las Alamedas de Yecla, por orden del Gobernador Provincial fechada el 21 de marzo de dicho año (AHMY Libro 37).
Entre tanto, la explotación de los olmos continúa, ajena a los avatares políticos sobre su propiedad, así sabemos que el 25 de marzo de 1844, se subastaron las maderas de olmos de las alamedas, adjudicándoselas a Bartolomé Tomás, por 10.014 reales (AHMY Legajo 585). Otro dato indirecto sobre la tala de olmos nos lo ofrece un oficio de diciembre de 1848 del Comisario de Montes de la provincia, quien ordena que la poda y entresaca de las olmedas no se realice hasta enero de 1849 (AHMY Libro 40 A). Esta operación de limpia, poda y entresaca, es impugnada por un tal Juan Fernández, alegando que los olmos no son propiedad pública, aunque finalmente no se le debió de hacer mucho caso pues se llevó a efecto la misma.
La operación afectó a los olmos situados en los Torrejones, Aljibe, primer Molino, Camino de Caudete, Camino de Almansa, Puente de Madrid y Fuente Principal (AHMY Legajo 11). Realizada ésta, la madera y ramas obtenidas son sacadas a subasta el 30 de mayo de ese mismo año, con un precio de salida de todo el lote de 8.064 reales. La subasta quedó desierta (AHMY Legajo 585).
La madera y despojos de los olmos, son subastados de nuevo el 12 de marzo de 1851, quedando de nuevo desierta (AHMY Libro 1993), por lo que se vuelve a subastar 21 de julio de 1851, rebajando el precio del lote en 1.185 reales, la distribución del lote era la siguiente:
66 carros de leña para quemar, valorados en 792 reales
50 ramas útiles para estacas de carruajes, valorados en 1.300 reales
Varios olmos secos y descortezados, valorados en 160 reales.
56 olmos de 1ª clase, valorados en 45 reales cada uno 2.520 reales.
77 olmos de 2ª clase, valorados en 24 reales cada uno 1.848 reales.
58 olmos de 3ª clase, valorados en 3 reales cada uno 174 reales.
Otro olmo valorado en 85 reales.
De nuevo quedó desierta la subasta, por lo que se establecieron nuevas subastas el 12 de agosto de 1851, el 28 del mismo mes y el 5 de septiembre, quedando todas desiertas (AHMY Libro 1993). Se volvió a subastar en 1852, con igual resultado, finalmente se adjudicó el 28 de junio de 1855 a Francisco Muñoz Polo, por poco más de la mitad del precio inicial, 4.750 reales (AHMY Legajo 586). Otro documento habla exclusivamente de la subasta de un único olmo tasado en 100 reales, anunciada el 14 de enero de 1853 (AHMY Legajo 11).
Los olmos, extendidos por buena parte de la huerta yeclana, son objeto de la codicia de diversos propietarios, que solicitan realizar su aprovechamiento en su propio beneficio, ya que en muchas ocasiones, estos árboles se introducían en los huertos al reproducirse esta especie profusamente por brotes de raíz (Ipinza, 1990), así la primera autorización para realizar un aprovechamiento de olmos por parte de particulares (y también del Ayuntamiento) es autorizada el 14 de mayo de 1855 y se señala que sólo se permitirá este proceder en esta ocasión, aunque unos meses después se aprueba un nuevo aprovechamiento de olmos por particulares (AHMY Libro 41).
Aspecto desangelado y deforme que presentan algunos olmos de la antaño denominada "Alameda del camino de Almansa" tras una poda salvaje. (Foto: F.J. Carpena).
Con estos antecedentes, los años siguientes ven aumentar de forma considerable las peticiones de particulares de licencia para podar o talar olmos, como por ejemplo la petición de podar olmos realizada por Juan Lorenzo Pérez de los Cobos el 8 de marzo de 1856 en su propiedad en los Baños (AHMY Legajo 855). Todo esto, lleva al Consistorio a realizar un deslinde de las alamedas públicas, que a su vez es impugnado por varios propietarios, pero deben de autorizar a la Real Empresa de San Isidro a realizar un aprovechamiento de los olmos que hay en sus márgenes, pues al parecer son de su propiedad, todo esto lleva al Gobernador Civil de la provincia a prohibir la poda de olmos el 18 de marzo de 1858, sin que dicha orden tenga mayor resultado pues sólo dos meses después, se realiza una nueva petición para talar olmos en el Lavadero (AHMY Libro 42).
Diversos olmos se vieron también afectados por las desamortizaciones realizadas en 1856, así en el Boletín de Ventas de Bienes Nacionales de la Provincia de Murcia, de 5 de junio de ese año, podemos leer:
Clero.
Número 564 del inventario, un huerto llamado de “Las Ánimas” en el partido del Pocico de San Juan, tiene en sus márgenes “siete olmos pequeños”. Sale a subasta por 3.600 reales.
Número 569 del inventario, un bancal de tierra huerta en el partido de Rebarzo o Puente de Belmonte, “tiene en su margen dieciocho olmos medianos”. Sale a subasta por 7.092 reales.
Propios.
Número 45 del inventario, un soto llamado del Caño, entre el Lentiscar y la Fuente Principal, con una superficie de 0’74 hectárea. “cuyo terreno se encuentra inculto y todo él poblado de un vivero de olmos y álamos blancos, sin aprovechamiento por muy delgados y cercados de malezas, pero que guiados y cultivados pueden ser de riqueza de consideración”. Sale a subasta en 2.912 reales (AHMY Legajo 577).
Pese a la creciente presión por parte de propietarios y particulares para aprovechar con carácter privado los olmos existentes en las diversas alamedas, de momento es el Ayuntamiento quién sigue siendo el titular de las alamedas y todavía se aumentan éstas, al menos es lo que se desprende de un documento fechado el 23 de marzo de 1853, se trata de un bando de Alcaldía por el que prohíbe a los vecinos de Yecla que rompan la alameda que se acaba de plantar en la calle San Francisco (AHMY Legajo 11), así el 21 de diciembre de 1855, el Concejo arrendó por cuatro años la denominada Alameda de Bravo a Miguel Palao y Pedro Soriano, por 38 reales anuales (AHMY Libro 41). También consta en un documento fechado el 25 de junio de 1859, que entre los bienes desamortizables del Ayuntamiento de Yecla, está la Alameda del camino de Almansa (AHMY Libro 42).
También era el Ayuntamiento quien velaba por la conservación de los olmos, a través de los guardas de campo y montes, quienes interpusieron varias denuncias por tala o corta de olmos, en 1853 es denunciado M. I. por tala de olmos, en 1858 es denunciado R. Z. por robar leña de olmos y multado con 4 reales, en 1860 hay otras dos denuncias por tala de olmos, una en la Redondilla y otra por la corta fraudulenta de 4 olmos en la casa Amaya, M. M. es denunciado el 14 de abril de 1878 por la tala de 4 olmos detrás de las Monjas Encerradas y el 1º de abril de 1895, el Ayuntamiento de Yecla recibe una comunicación del Juez de Instrucción de la misma, sobre un caso de hurto de olmos en terrenos comunales, el Concejo acuerda no mostrarse parte, sin renunciar a la indemnización que le corresponda (AHMY Legajos 72, 729 y Libro 55).
El 13 de febrero de 1862, solicita el Gobernador Civil, que el Alcalde de Yecla informe sobre la petición de un vecino de Yecla para “escardar y podar olmos”, para lo cual se acuerda formar una comisión municipal. Dicha comisión informa sólo cuatro días después de que se puede autorizar la operación solicitada, pero sólo en los terrenos del demandante, en ningún caso en los márgenes de las acequias y otros lugares que son de propiedad municipal. Entre esa fecha y el 23 de noviembre de 1865, se realizan como mínimo 30 peticiones similares, y todas son autorizadas con las mismas premisas, sin duda asistimos aquí a una de las mayores explotaciones directas de los olmos existentes en la huerta yeclana, pues el Ayuntamiento siguió su explotación habitual y numerosos particulares se sumaron a ella con carácter privado, las olmedas de yecla, debieron sufrir una fuerte regresión durante estos años, de los que quizás nunca se recuperaron del todo, los parajes afectados por las talas y podas de estos años, fueron prácticamente todos en los que consta la presencia de olmos, desde el Lavadero hasta los Torrejones o el Hoyo, siempre siguiendo las acequias y brazales del agua principal (AHMY Libros 43 y 44). Aunque no siempre fue así, al menos en el año 1873, cuando el 13 de enero se ordena investigar la tala de olmos, descuaje y aprovechamientos que ha realizado Eduardo de Mergelina en el Rasillo, tras largos meses de investigación se lleva un informe al concejo el 8 de septiembre de ese año y el día 22 del mismo mes, se ordena al infractor que reponga lo destruido en 15 días (AHMY Libro 46). Aunque en al menos otra ocasión el Ayuntamiento de Yecla autorizó otra tala de olmos en las Balsillas y el Hoyo, para dejar expedito el paso del ferrocarril a Villena que se estaba construyendo, dicha autorización se fecha el 6 de mayo de 1885. (AHMY Libro 50).
Como hemos comentado en el párrafo anterior el Ayuntamiento de Yecla continuó durante el siglo XIX, la explotación de los olmos que le pertenecían, se documentan varias subastas por diversas causas, unas por simple y llana explotación de este recurso maderable, en otras ocasiones por derribos de árboles a causa del viento y en otras por razones de oportunidad y esto pese al nuevo intento en mayo de 1863 de Ingeniero Jefe de Montes el Estado, de que se declarasen tales alamedas como del Estado, a lo que el Ayuntamiento se negó con las mismas argumentaciones de siempre (AHMY Libro 43), las subastas y aprovechamientos municipales que hemos podido documentar son las siguientes:
11 de septiembre de 1862, se acuerda realizar una entresaca y poda de los olmos existentes en el Lavadero, al parecer porque causan molestias en el servicio y en el cauce y además sus maderas son muy beneficiosas para la agricultura (sic) (AHMY Libro 43).
25 de febrero de 1864, ante las quejas de varios vecinos, que argumentan que por el camino de Caudete no pueden pasar ni hombres, ni bestias, por “la muchedumbre de ramas de varios olmos, de los que existen en la alameda de dicho camino”, se acuerda enviar a la policía para que las corte y entregue los despojos al Hospital de Caridad.
15 de diciembre de 1864, se acuerda proceder a la limpieza y poda de las alamedas, operación que ha sido autorizada por el Gobernador Civil (AHMY Libro 44).
9 de noviembre de 1868, se acuerda recoger y subastar la madera y despojos de varios olmos abatidos por el viento en la alameda del camino de Almansa (AHMY Legajo 12).
El 4 de febrero de 1870, Bartolomé Tomás, Juan Pérez, Luís Soriano, José Ortega, Pedro Navarro y Juan Jesús Cusac, ingresan en las arcas municipales 832 escudos y 250 milésimas (2.081 ptas.), por el remate de los olmos que se cortaron en terrenos de aprovechamiento comunal en enero de 1868.
El mismo día, Francisco Gómez ingresa también 60 escudos (150 ptas.) por el valor de los olmos que arrancó el viento en noviembre de 1868 y que le fueron adjudicados a él (AHMY Libro 527).
16 de agosto de 1875, se decide subastar los 4 olmos derribados por el “huracán” que aconteció el día 13 del mismo mes, en la alameda de las Puertas de Almansa. La subasta se realizó el día 18 del mismo mes y fue adjudicada a Cristóbal Gómez Tevar por 108’25 ptas., el lote lo componían cuatro olmos, uno de 54 centímetros de diámetro y 8’5 metros de longitud, otro de 74 centímetros de diámetro y 6 metros de longitud, otro de 63 centímetros de diámetro y 5 metros de largo y el último de 42 centímetros de grosor y 4 metros de largo (AHMY Libro 46 y Legajo 587).
9 de diciembre de 1880, se anuncia la subasta de 145 olmos sitos en el Cauce Principal (AHMY Legajo 588).
15 de diciembre de 1885, Juan Azorín Palao, ingresa en las arcas municipales 60 ptas. que importan los dos olmos que se le adjudicaron y que fueron arrancados por el viento (AHMY Libro 665).
3 de agosto de 1898, se informa al Pleno de que el pasado día 28 de julio un ciclón arrancó 14 olmos en la alameda del camino de Almansa, se acuerda sacarlos a pública subasta, que se lleva a cabo el 23 de octubre, quedando desierta, vueltos a subastar el 19 de noviembre, son adjudicados a Vicente Carbonell Maestre por 466 ptas. (AHMY Libro 57).
La forma más habitual de encontrar los olmos en Yecla en la actualidad, tras el paso del virulento episodio de Grafiosis agresiva, es en forma arbustiva o formando setos de escaso desarrollo vertical, como el que apreciamos en la imagen. (Foto: F.J. Carpena).
El siglo finaliza con la adquisición el 15 de febrero de 1899, de 180 olmos “para los paseos y calles de la Ciudad”, el gasto contraído importa 178’45 ptas. (AHMY Libro 58).
La centuria del siglo XX, es menos prolija en documentos referentes al olmo, la explotación de los mismos parece que va languideciendo desde la década de los sesenta del siglo XIX, aún así, hemos podido documentar varias subastas e incluso alguna tala de grandes dimensiones y la práctica de talar o descuajar olmos por particulares, que todavía se mantuvo vigente aunque con proporciones mucho menores de las que hemos documentado para la segunda mitad del siglo XIX. A continuación relatamos las referencias documentales sobre la explotación del olmo en Yecla en el siglo XX:
El 24 de julio de 1915, se anuncia la subasta de 818 olmos maderables localizados en el paraje de la Rabosera (AHMY Legajo 18).
El 13 de diciembre de 1931, se anuncia la subasta pública de 48 olmos sitos en la Fuente Principal.
El 28 de octubre de 1937, se anuncia la subasta de diversos árboles procedentes de la Fuente del Pinar, entre los mismos figuran 40 olmos (AHMY Legajo 21).
El 22 de enero de 1942, se anuncia el arranque y aprovechamiento de 1.194 olmos, anejos al cauce del Heredamiento Principal, el lote está compuesto por:
248 olmos pequeños.
346 olmos medianos.
600 olmos grandes.
El lote se saca a subasta por 23.000 ptas. el 6 de febrero de ese año y son adjudicados al único postor, Macedonio Castaño Brotons en 23.587 ptas.
El 5 de mayo de 1947, se subastan 257 olmos que estorban las obras que se están realizando en el brazal de la acequia principal, en el paraje de la Rabosera, son adjudicados a los que presentan mejor oferta, (18 ptas. por árbol) Pedro Carpena Muñoz y José Riquelme Carrasco por un montante total de 4.626 ptas., a la subasta concurrieron otros dos postores más (AHMY Legajo 599).
También hemos podido documentar varias peticiones de particulares para talar olmos, en concreto son las siguientes:
El 4 de agosto de 1928, José Palao García solicita permiso para talar olmos en su finca de los Baños.
El 9 de diciembre de 1929, Mariano Navarro Torres solicita igualmente permiso para talar olmos en la finca de su madre, María Torres Soriano sita en el Plano o Camino de Almansa (AHMY Legajo 855).
El 13 de julio de 1931, se solicita el arranque de 2 olmos en el Alto de San Isidro (Huerta) (AHMY Legajo 165).
El 3 de junio de 1939, se emite un bando de Alcaldía recordando la necesidad de permisos para cualquier tala de árboles (AHMY Legajo 21).
El 24 de febrero de 1940, el distrito forestal de Murcia, autoriza a Pedro Muñoz Muñoz a proceder a la tala de 70 olmos en su finca del paraje del Aljibe (AHMY Legajo 855).
El 4 de noviembre de 1940, se presenta una solicitud, pidiendo licencia para talar 2 olmos en el Redondilla (AHMY Legajo 166).
El 2 de febrero de 1943, Celedonio Sánchez Palao, solicita permiso para cortar 6 olmos en la Cañada de Mortero.
El 10 de febrero de 1943, es Isabel López Azorín quien hace lo propio para cortar 10 olmos en la Maneta (AHMY Legajo 855).
A modo de conclusiones.
La presencia del olmo en yecla está documentada al menos desde el siglo XVI, aunque es posible que este elegante árbol ya formara parte del paisaje yeclano desde antes.
Indudablemente, es a partir del siglo XVIII cuando la extensión y explotación de esta especie cobra mayor intensidad, estableciéndose incluso un vivero de olmos para su reposición constante. El olmo es favorecido y conservado especialmente para suministrar madera al astillero de Cartagena, aprovechamiento este que no fue el único, pues su madera es demandada por particulares para otros fines, como pudieron ser la construcción de carros o la realización de útiles agrícolas.
La centuria del XIX, se inicia con la continuidad de la explotación anterior, aunque la venta de maderos de olmo a la Marina, va perdiendo peso, hasta desaparecer, siendo los otros usos descritos los que se van a ver sustentados por el aprovechamiento de los olmos de las alamedas yeclanas, que en la primera mitad del siglo, ven aumentar su superficie. La segunda mitad de esta centuria, ofrece elementos nuevos, tales como el abandono del vivero (en 1856 como hemos podido ver, ya está abandonado) y el creciente y reiterado interés de particulares por explotar también los olmos, para lo cual se realizan numerosas peticiones a partir de 1855, peticiones que si bien al principio el concejo yeclano se mostró reacio a concederlas, al final y una vez deslindadas las alamedas, ya no puso ninguna pega a los particulares que deseaban explotar los olmos que habían quedado en sus propiedades.
Por otra parte es destacable la pretensión que desde el Estado, se tiene al menos hasta 1863, de que las alamedas sean de su titularidad, acogiéndose al poco claro precedente, de que estaban para “el Real Servicio de Marina”, cosa cierta, pero no menos cierto es el hecho de que era el Ayuntamiento de Yecla quien corría con los gastos de mantenimiento, reposición y riego, además de estar plantados los olmos en los márgenes de las acequias, propiedad del Concejo y que éste cobraba los maderos que se enviaban a dicho astillero, como hemos podido documentar en los siglos XVIII y XIX.
Ni que decir tiene que todo este interés de particulares, Ayuntamiento y Estado con respecto a los olmos, no procede ni por asomo de cualquier sensibilidad ambientalista o simplemente estética, el interés, nunca mejor dicho, viene dado por los pingues beneficios económicos que reportaban los árboles, necesarios, como hemos relatado, para diversos usos y utilidades.
En varias litografías y grabados que reproducen vistas de Yecla, entre 1856 y 1864, quedan reflejadas las alamedas (Delicado y Cabot, 1990), especialmente la de la Carretera de Almansa y es que ya entonces, las alamedas se constituían como un elemento caracterizador de nuestro paisaje urbano.
Del siglo XX, la documentación hallada sobre aprovechamientos o explotación de olmos en Yecla es sensiblemente menor que la referida a la centuria precedente, pero es destacable que en este siglo, documentamos las mayores talas que hemos podido constatar, una de 818 árboles en 1915 y otra de 1.194 olmos en 1942, sin duda y en relación con esta falta de información, está el hecho del declive del uso de la madera para los diversos fines relatados, lo que fue provocando una paulatina y continuada pérdida de interés por los olmos, que fueron dejados medrar allí donde no estorbaban, pues en una fotografía aérea de 1956, las alamedas se observan bastante densas y con mayor extensión que en la actualidad (casos de las olmedas de la carretera de Almansa, Montealegre y las extintas de la carretera de Caudete y Villena) y además existían numerosos setos y olmos en toda la huerta. De igual modo, en dichas fotografías aéreas se pueden ver en plenitud las olmedas de Marisparza, Tobarrillas, Fuente del Pinar, etc.
Olmo (Ulmus minor Miller). Ejemplar añejo de gran porte sito en la salida de la carretera de Fuenteálamo. (Foto:F.J. Carpena)
En esta situación se mantuvieron las olmedas yeclanas hasta finales de los años 80 de este siglo, cuando la combinación de diversos factores, como el crecimiento urbanístico de la Ciudad, construcción de diversas infraestructuras, un brote de grafiosis muy virulento, el abandono de la huerta tradicional y el soterramiento de buena parte de los cauces, han empujado al olmo a su mínima expresión.
Los planes urbanizadores municipales, que contemplan una ampliación del casco urbano hacia el N., posibilitaron el desarrollo urbanístico de la huerta de Yecla, la urbanización “Alameda” es el paradigma de dicho proceso, en el que fueron sacrificados numerosos olmos y setos para construir una zona residencial, además de urbanizar los márgenes de la salida de la carretera de Almansa, donde se encontraban los olmos más grandes, que ahora son talados o podados salvajemente, pues el desprendimiento de ramas representa un peligro para los vecinos y sus propiedades, procesos similares pero sin esta justificación se vieron en la olmeda de las carreteras de Caudete y Villena, donde la presencia de algunos ejemplares añejos afectados de grafiosis, sirvió de excusa para talar toda la olmeda.
La construcción de la Ronda Norte arrasó también diversos setos y bosquetes de olmos y especialmente la “mejora” del trazado de la carretera de Almansa, a su paso por la Rambla de Tobarrillas arrasó parte de la olmeda de la misma, considerada años atrás como la “olmeda más extensa de la Región de Murcia”. Otras infraestructuras que han afectado a los olmos han sido la “mejora” de la carretera de Pinoso, que afectó a algunos árboles sitos en las afueras de la Ciudad y la “limpia” de los márgenes de la salida de la carretera de Almansa, que ha destruido numerosos setos y pies jóvenes de olmo que había en sus inmediaciones.
Otro factor determinante del declive de la especie hoy, ha sido el virulento brote de la enfermedad de origen fúngico conocida como grafiosis agresiva, el brote comenzó a hacerse visible a finales de los años 80 y su transmisión es muy rápida utilizando como vector unos coleópteros de la familia de los Scolytidae, los cuales pasan su periodo larvario en el interior de galerías bajo la corteza de los árboles y una vez alcanzada la madurez, vuelan para localizar nuevos lugares para su reproducción. En Yecla se ha constatado la presencia de la especie Scolytus kirschii (Pajares y Gil, 1990). No hay prácticamente ninguna olmeda en Yecla que se haya librado de la enfermedad, aunque la virulencia de la misma no ha sido igual, en las olmedas del casco urbano, han sobrevivido de momento algunos ejemplares añosos, tanto en la carretera de Almansa como en la Avda. de la Libertad, pero en otras zonas la afección llegó al 100%, las olmedas de Tobarrillas, Marisparza, Fuente del Pinar, Molino Iniesta y otras menores, fueron arrasadas en su totalidad, sobreviviendo exclusivamente los brotes jóvenes.
A estos problemas ya de por si importantes se han añadido otros como el abandono de la huerta y sus sistemas de riego que han reducido o hecho desparecer el acceso al agua de los olmos, con la consiguiente debilitación y muerte de los ejemplares preexistentes que asociaban su presencia a dichos sistemas.
En definitiva, en los albores del siglo XXI el olmo corre serio peligro de extinción en Yecla. La legislación que antaño supuestamente protegía totalmente al olmo, derogada por otra figura legislativa que lo considera “Especie de interés especial” (Decreto nº 50/2003 Catálogo Regional sobre flora silvestre protegida de la Región de Murcia) que recoge especies que sin estar en las clasificaciones de “En peligro de extinción, Sensibles a la alteración de su hábitat o Vulnerables” son merecedoras de una atención particular por su rareza, valor científico, ecológico, cultural o por su singularidad (Artículo 2), no ha servido absolutamente para nada y lejos de frenarse este proceso de degradación constante, con todas las figuras de protección puestas en marcha no se ha logrado ni siquiera frenarlo, por lo tanto se hace urgente un plan de recuperación del olmo en Yecla, que permita por un lado la regeneración de las olmedas “rurales” proceso que de forma natural se viene produciendo, aunque con dificultades, pues por ejemplo en la Rambla de Tobarrillas, el sobrepastoreo a que es sometida la misma, está impidiendo la recuperación de la olmeda.
Por otra parte, habría que realizar un plan de recuperación de las alamedas urbanas, no sólo por la especie en si, si no también por mantener una seña de identidad urbana que ha caracterizado a Yecla al menos los últimos 250 años, dicho plan habría de compatibilizar el crecimiento urbano necesario con la preservación y recuperación de dichas arboledas, con medidas tan sencillas como dotar de estos árboles a las nuevas avenidas y parques que se habilitan, evitando la proliferación de plantas exógenas, caras de lamentables resultados estéticos y de conservación, como determinadas avenidas que han sido pobladas de palmeras, que no toleran nuestro clima invernal y que mueren o resultan muy dañadas en los inviernos fríos, se trata pues de facilitar la recuperación de las olmedas de innegable valor ambiental y de recuperar y sostener una seña de identidad de nuestra Ciudad, que atesora un bagaje cultural e histórico importante.
Fuentes documentales y bibliografía consultada.
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95/4
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Muy buen artículo Chinchilla.
ResponderEliminarC.L.S.